lunes, 31 de octubre de 2011

Mes 9- Animales del siglo XX

Los monstruos de Quiroga

Horacio Quiroga, escritor uruguayo que, sin embargo, escribió la mayoría de su producción y se nutrió de la mitología de Misiones. En el seminario del año pasado trabajamos el cuento “El almohadón de plumas” y cómo el escritor crea el monstruo del ácaro en el libro “Cuentos de amor, de locura y de muerte”. En el mismo libro, en el cuento “La miel silvestre” Quiroga toma un insecto común, la hormiga, pero llevada a su punto extremo de monstruosidad: en Misiones se la llama “la corrección” y se trata de un grupo de hormigas que se mueve en conjunto aniquilando todo lo que está inerte a su paso y que sirva como comida. Pobre personaje principal. Quiroga también crea un sistema de monstruos zoológicos en “Cuentos de la selva”, pero el descubrimiento de cada uno de estos componentes de la zoología fantástica queda a cada uno de ustedes.

lunes, 24 de octubre de 2011

Mes 8- Flores de pimpollos extraños

Actividad

Las flores fantásticas tienen mucho que ver con el amor. ¿Podés contar una historia romántica que termine en pimpollo? ¿Puede ser un microcuento?

Mes 8- Flores de pimpollos extraños

Victoria Regia

Otra traducción realizada por una compañera de este seminario, Graciela Terzaghi. Muchas gracias por el aporte.

La mayor lilácea acuática del mundo es la Victória Régia, nativa de la cuenca del Río Amazonas.

Sus hojas arredondas llegan a los 2 m. de diámetro y poseen los bordes marcados y levantados.

La Victoria Régia, flota graciosamente en las aguas y puede sostener el peso correspondiente al de un conejo adulto. Quando florece, sus pétalos son blancos o levemente rosados, con bordes verdosos.

Hace muchos años, en las márgenes del majestuoso Río Amazonas, en los igarapés, las jóvenes y bellas indias de una tribu se reunian para cantar y soñar sus sueños de amor. Ellas se quedaban por largo rato admirando la belleza de la blanca luna y el misterio de las estrellas, soñando en ser una de ellas, algún día…

Mientras el aroma de la noche tropical adornaba aquellos sueños, la luna emanaba una luz intensa en las aguas, haciendo que Naia (la más joven y soñadora de todas), trepar un árbol alto para tratar de tocar a la luna. Ella no tuvo éxito. Al día siguiente, ella y sus amigas subieron las montañas distantes para sentir con sus manos la suavidad de la luna, pero fallaron nuevamente.

Quando ellas llegaron allí, la luna estaba tan alta que todas volvieron desilusionadas a su aldea.

Ellas creían que si pudiesen tocar la luna o acaso las estrellas, ellas se transformarían en una de ellas. A la noche siguiente, Naia dejó la aldea esperando poder realizar su sueño. Tomó el camino que va hacia el río, para encontrar a la luna en las negras aguas.

Allá, inmensa y resplandeciente, la luna descansaba calmamente reflejando su imagen en la superficie del agua. Naia, en su inocencia, pensó que la luna había venido a bañarse en el río y permitir ser tocada. Naia se zambulló en las profundidades de las aguas y desapareció para siempre.

La luna, sintiendo pena de aquella vida tan joven que se había perdido, la transformó en una flor gigante – la Victoria Régia- con un encantador perfume y pétalos que se abren en las aguas, para recibir en toda su superficie, la luz de la luna.

domingo, 16 de octubre de 2011

Mes 8- Flores de pimpollos extraños

El mburucuyá

Silvia Rodríguez Paz, autora de Leyendas, palabras y letras entrerrianas dice que la leyenda del mburucuyá, pasionaria o flor de la pasión “es una de las leyendas que trasunta más religiosidad” ya que en ella el imaginario ha visto los atributos de la pasión de Cristo: la corona de espina, los tres clavos y, en el interior del fruto, las gotas de su sangre. Mburucuyá era el nombre que le había dado un indio guaraní a la hija de un capitán español, de la que se había enamorado. Los españoles descubren este amor imposible y matan al indio. Acompañada por la madre del enamorado, Mburucuyá va hasta la tumba de éste. Cava una fosa y con una flecha que el muerto le había regalado (en vida, obvio) se perfora el corazón. La vieja india cubre el cuerpo de la española y al día siguiente una planta, enlazada a un árbol arrojaba la bella flor nueva.

lunes, 10 de octubre de 2011

Mes 8- Flores de pimpollos extraños

Flor de ceibo

Silvia Rodríguez Paz, autora de Leyendas, palabras y letras entrerrianas menciona la leyenda de la flor del ceibo: Anahí era una indiecita que se destacaba porque en las puestas de sol deleitaba a todos por sus canciones junto al río mas no por su belleza. Los españoles llegaron y, junto a su tribu, fue cautiva. Una noche decidió huir pero el guardián despertó. Ella hundió un puñal en el pecho del centinela y su grito ahogado alertó a los demás. Se inició la cacería que terminó con la india atada a un árbol convertido en hoguera. “Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro”. Al día siguiente las aterciopeladas flores rojas aparecieron entre las ramas verdes.

lunes, 3 de octubre de 2011

Mes 8- Flores de pimpollos extraños

Irupé

Leyenda paraguaya escrita por Ute Bergdolt de Walschburger.

“Ñandé Yará, el gran espíritu, había decidido que Moratí y Pitá no fueran felices”, comienza diciendo la autora alemana. En su tribu Pitá era el mejor guerrero y Moratí la más bella. Un día, paseando junto a las crecidas aguas del Paraná, Moratí hablaba con otras mujeres y cada una hacía gala de sus novios. Moratí llamó a Pitá y le dijo, mientras arrojaba su brazalete al turbulento río: “Ellas dudan de tu amor. Ve y recupera mi joya, Pitá querido”. Sin pensarlo él se arrojó. “Las mujeres la miraban con asombro. Habían callado. No la comprendían.” Pasó el día y Pitá no volvía. Moratí no podía llorar. Consultó al gran sabio quien, mirando en las llamas de la hoguera, le dijo que Pitá no había muerto, sino que el Paraná lo había elegido como novio, haciéndole olvidar a Moratí, y por eso lo había enredado en las redes de la ondina. “Cuando Pitá vea tu rostro se acordará de ti y te amará de nuevo.” Ella buscó una piedra pesada y cantando se adentró en las aguas. A la madrugada del segundo día apareció una flor desconocida. “En esta flor se han unido Pitá y Moratí, dijo el sabio del pueblo. El gran espíritu Ñandé Yará les regaló una vida eterna por su gran amor y por su fidelidad. Irupé, o amor constante, será el nombre de esta flor”.